¡Ay! ¿Qué has hecho de mi, si por tus ojos, que caminanan en mi sangre puedo arrancar los puñales de mi pecho? Mis manos, alas heridas tembladeral de espera. en vano las acerco la pantalla para tocar tu letra impresa y acariciar tu palabra tu nombre inaugurando el desgarro de las velas del navío. ¿Cómo podré vivir si mi eje planetario ha variado y la elíptica del andar ha perdido el retorno? ¿Cómo podré vivir sin tu voz que recorre aún la espesura de mis miedos sin la carnosa ciruela de tu boca en cada amanecer que te nombra y me nombra convocándonos a otros mapas a diagramar nuevas rutas en el corazón de una ciruela? Ah! ya no podré jamás morder las frutas del verano sin recordar tu pecho Ya no podré morder la carne de una frutilla dejar que la pulpa se deshaga en mi lengua sentir la rugosidad de sus semillas prometiendo futuros en la piel madura de la tarde. No, ya...
Poetas de Córdoba: (de izq. a der. arriba) Lila Perrén de Velasco, Anny Abrutsky, María Rosa Finchelman, Susana Lobo Mayorga, Sonia Rabinovich; (izq. a der. abajo) Angélica Garay, Lucía Gris y Esther Ramondelli EL NOMBRE Se podría llamar bosque incendiado pasión no consumida; mansedumbre en vigilia amenazante. Libro de salmos roto, diálogo interrumpido búsqueda insomne o acaso sombra en llamas de sí mismo. Se podría llamar peregrinante hacia "el mar del morir"; un ángel caído; tiniebla hasta que un día se haga la luz que no termina nunca. Árbol, hermano, prójimo, extranjero... Unidad mantenida a tropezones; amor clamante, miseria suspendida de la Misericordia. Se podría llamar asombro, estrella ciega, contradicción, hartazgo, hambre, ceniza, andar descalzo, desvalido, ser gratuito... Pero se llama hombre. Y eso es todo. Esa sola palabra lo defiende. Lila Velasco
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