Como una ciruela
¡Ay! ¿Qué has hecho de mi, si por tus ojos, que caminanan en mi sangre puedo arrancar los puñales de mi pecho? Mis manos, alas heridas tembladeral de espera. en vano las acerco la pantalla para tocar tu letra impresa y acariciar tu palabra tu nombre inaugurando el desgarro de las velas del navío. ¿Cómo podré vivir si mi eje planetario ha variado y la elíptica del andar ha perdido el retorno? ¿Cómo podré vivir sin tu voz que recorre aún la espesura de mis miedos sin la carnosa ciruela de tu boca en cada amanecer que te nombra y me nombra convocándonos a otros mapas a diagramar nuevas rutas en el corazón de una ciruela? Ah! ya no podré jamás morder las frutas del verano sin recordar tu pecho Ya no podré morder la carne de una frutilla dejar que la pulpa se deshaga en mi lengua sentir la rugosidad de sus semillas prometiendo futuros en la piel madura de la tarde. No, ya no podré (sin nombrate mil veces como rito como mantra
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abrazos